lunes, 31 de diciembre de 2012

Capítulo 6- Charla

Le seguí el beso un poco a Kendz, pero me separé en seguida. Estaba sorprendida. ¿De verdad creía que le había perdonado? Iba a decírselo todo, pero... Me dio pena. Me sentí estúpida pero acabé abrazada a él.
Se lo explicamos a los otros. Bueno, miento, yo se lo expliqué a Sía aparte después para que no me pegase y eso.
-¿Estás loca?
-Creo que si.
-Cer, cariño, explícaselo.
-No puedo.
-¿Se lo explico yo?
-Menos.
-Pues díselo.
-Me cuesta ser mala.
-Así eres tonta. Sufrirás como la última vez.
-Sía...
-"Sía..."no. ¡Explícale que no le quieres, que te gusta Rand!
-¿Qué?
-Te gusta Rand.
-Sí.
-Pues así también le haces daño a él. Y a Rand porque te quiere.
-Eso es mentira.
-¡Si, soy Pinocho, lo que tienes en el ojo es mi nariz!
-No le gusto.
-Le encantas.
-¡Cállate, Sía!
-¡No! ¡Porque te va a humillar!
-¡Me da igual lo que piense la gente!
-¡Pero no lo que piense Rand! Así que explícale porque sales con Kendz. Y luego rompe con Kendz.
-No puedo romper con él. No soy capaz de ser así. Sabes como soy.
-Un cielo, un amor y un ángel, lo se Cérida. Pero este asunto es serio. Y no puedes seguir ocultando lo que sientes a Rand.
-Sía, por favor. Sabes que soy tímida. Y no puedo cambiarlo. Soy como soy. Y punto.
-Pero odio verte triste.
Sía me abrazó y yo me di cuenta de el por qué de la charla.
-Sía, no te preocupes por mi. Porque algún día lograré ser... Normal.
-No eres rara. Eres especial. Demasiado buena.
-"Demasiado", exacto.
-Bueno, ¿tú sabes algo de dónde estamos?
-Algo se. Pero... No estoy segura. Y es un secreto.
-¡Secretos a mi no! Cer, amor, cuenta.
-Ya te contaré, Sía.
-¡Vamos, angelita!
Me reí como una loca. Si Sía hubiese sabido que lo que me pasaba tenía que ver con los ángeles...
Nos fuimos a la cama cuando era de noche ya, pero algo interrumpió nuestro sueño...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Capítulo 5- ¿Qué?

Desperté en unas altas montañas, con Kendz y Sía a mi derecha y Rand a mi izquierda. Suspiré. Rand y Sía estaban despiertos y Kendz seguía con la cara en el suelo, durmiendo. Miré a mi al rededor, y vi una fortaleza en una montaña bastante lejana. Me levanté, en silencio, igual que Rand y Sía y oí un ''CRACK''. Miré al suelo y vi mis gafas.
-Oh, no...- dijo Sía a la vez que yo.
-¿No os parece que hay mucha luz?- dijo Rand sin darse cuenta de lo de mis gafas.
-Si, me estoy quedando ciega...- dijo Sía entrecerrando los ojos.
-Pues yo veo bien-dije yo mirando a mi al rededor-. Mejor que normalmente con gafas.
-¿Dónde estamos?- dijo Rand cambiando de tema y mirando mis gafas destrozadas en el suelo.
-Una montaña Rand. Se llama así cuando el terreno sube.
-Gracias, Sía- dijo Rand-, pero se que es una montaña. Me refiero a que montaña en que parte del mundo.
No llegamos a responder, porque Kendz se despertó.
-¿Dónde estamos?
-No se sabe- dijo Sía.
-¿Cómo hemos llegado?
-Tampoco se sabe.
-¿Sabéis algo?- dijo Kendz, resoplando- Desde luego...
-Sabemos que eres estúpido- replicó Sía poniendo los ojos en blanco.
-Lo mismo te digo- dijo Kendz con voz melosa-. Niñata.
-Kendz. ¡CÁLLATE!- grité yo, con dolor de cabeza.
-Perdona...- susurró Kendz mirándome a los ojos. Bajé la mirada. Me dolía mirarle, me traía a la memoria recuerdos felices.
Me extrañó que se callase. Era Kendz. Me odiaba. Yo le odiaba a él. Era un bonito odio mutuo que demostrábamos a todas horas. Sobretodo cuando nos veíamos por la calle y podía gritarle de todo a gusto. Me sentía mejor, teniendo en cuenta todo por lo que había pasado por su culpa.
Ya era casi de noche. Parecía que había una diferencia horaria de varias horas entre nuestra ciudad y el lugar donde habíamos llegado.
-¿Vamos a movernos?- preguntó Rand- Porque casi es de noche...
-Mejor será que no-dije yo empezando a caminar-. Acampemos.
-¿Dónde?- dijo Kendz. Pero no había ironía en su voz, lo que me sorprendió gratamente.
-En tu cara -dijo Sía con sarcasmo-. ¿Dónde va a ser? Aquí.
-¿En el suelo?
-Se estará mejor en el suelo que en otra parte, Kendz, hace muchísimo calor- dije yo, recogiendo lo que quedaba de mis gafas.
Las gafas no se podían arreglar, las había pisado con ganas. Pero no las necesitaba, curiosamente, en ese sitio donde el resto se quedaban ciegos por el exceso de luz aunque fuese casi de noche.
Bajamos la montaña, hasta un lugar resguardado, donde suponíamos que no habría animales salvajes. Todos habíamos ido de acampada de pequeños, así que sabíamos como hacer fuego. Kendz insistió en ir conmigo a por ramas mientras Rand y Sía improvisaban el campamento.
-Oye, Cer...-empezó a decir Kendz mirándome.
-Una cosa...- le corté yo- Si vas a insultarme métete el insulto por donde no te quepa.
-Tranquila, solo quería hablar contigo- dijo.
-¿Sobre qué?
-Sobre que te quiero, que no puedo vivir sin ti y sobre que soy un estúpido por haber roto contigo. Sobre que lo siento.
-¿Qué?- dije yo dejando caer las ramas que llevaba en las manos.
-¿Tengo que repetirlo?
-No, pero... ¿Qué?
Kendz resopló.
-Que te quiero. Creo que eso se entiende.
-Si, pero... ¿Qué?
-Que te he echado de menos desde que rompí contigo. Que lo siento mucho y que he sido un estúpido por no valorarte teniendo en cuenta lo que hacías tú por mi. Siempre fuiste... un ángel. Yo fui un demonio contigo y aun así tú me aguantabas. Estabas a mi lado. Por eso te quiero. Por eso y porque eres perfecta. Eras demasiado buena para estar conmigo y lo estabas. Sigues siendo demasiado buena, pero te quiero a mi lado. Por favor...
Fui a acercarme a él, pero lo malinterpretó y cuando tropecé con una rama... me besó.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 4- Portal

Llegamos a la excavación en autobús. Ese día iba vestida de blanco, como casi siempre. Me puse una gorra roja nada más llegar, había demasiado sol. Fuimos a la excavación, donde un sonriente y rojo voluntario nos explicó lo que habían encontrado:
-Se cree que es un pueblo perdido. Conocía ya la escritura, aunque no se parece a ninguna de las escrituras que conozcamos de antes...
Mientras lo decía, nos enseño una losa en la que había unos extraños y retorcidos símbolos. Al verlos, un escalofrío me recorrió la columna. Como si ya la hubiese visto alguna vez. Una palabra pasó por mi cabeza: ''portal''. Un dolor de cabeza entró junto a esa palabra. Me agarré a Sía cuando se me doblaron las rodillas y me vi obligada a apartar la vista de esa losa. Sía me miró, sorprendida, pero pensó que era de mi enfermedad y esperó a que se me pasase. Miré al suelo intentando vaciar mi mente hasta que se me pasó. Habían cambiado de objeto. Una sandalia. La miré, curiosa. En la suela tenía más símbolos que me dieron otro dolor de cabeza. Sía no dejaba de mirarme, preocupada. Sonreí debilmente mientras miraba al suelo, esperando a que dejasen de enseñar los objetos. El hombre dejó la losa y la sandalia en una mesa y nos fuimos a almorzar. Sía me parío cogiéndome del brazo y me dijo:
-¿Qué mosca te ha picado? Pareces enferma.
-Estoy bien...- dije yo debilmente- Solo me ha dado un dolor de cabeza.
-Por un simple dolor de cabeza no se te doblan las rodillas, Cer. Dime que te pasa- dijo Sía mirándome seria.
No tuve que responder porque Kendz apareció, agarrando del brazo a Rand.
-Quiero hablar conti... ¿Qué hacéis vosotras aquí?- dijo Kendz viéndonos.
-Lo mismo que vosotros, al parecer. Hablar- dijo Sía fríamente.
-Eh, mirad la losa esa...- dijo Kendz ignorando a Sía y cogiendo la losa.
-Suéltala, Kendz- dije yo mirándole fijamente.
-¿O qué?- preguntó Kendz burlón.
-O lo pagarás.
Kendz, tomándose como una broma mi comentario, echó a correr con la losa en las manos y conmigo pisándole los talones. Llegamos a una colina y la subimos, con Sía y Rand persiguiéndonos. Al subir, Kendz tropezó con una piedra y cayó ante una roca de gran tamaño. Le quité la losa de las manos y pasé a examinar la roca.
-¿Qué le pasa a esa roca, Cer?- preguntó Sía mirándome.
-Es extraña, como si se pudiese encajar algo... ¡Esperad! -dije yo cogiendo la losa con ambas manos y poniéndola en el hueco de la roca.
Una luz nos envolvió a Rand, Sía Kendz y a mi. Y después oscuridad.

Vistas de página en total