sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 4- Portal

Llegamos a la excavación en autobús. Ese día iba vestida de blanco, como casi siempre. Me puse una gorra roja nada más llegar, había demasiado sol. Fuimos a la excavación, donde un sonriente y rojo voluntario nos explicó lo que habían encontrado:
-Se cree que es un pueblo perdido. Conocía ya la escritura, aunque no se parece a ninguna de las escrituras que conozcamos de antes...
Mientras lo decía, nos enseño una losa en la que había unos extraños y retorcidos símbolos. Al verlos, un escalofrío me recorrió la columna. Como si ya la hubiese visto alguna vez. Una palabra pasó por mi cabeza: ''portal''. Un dolor de cabeza entró junto a esa palabra. Me agarré a Sía cuando se me doblaron las rodillas y me vi obligada a apartar la vista de esa losa. Sía me miró, sorprendida, pero pensó que era de mi enfermedad y esperó a que se me pasase. Miré al suelo intentando vaciar mi mente hasta que se me pasó. Habían cambiado de objeto. Una sandalia. La miré, curiosa. En la suela tenía más símbolos que me dieron otro dolor de cabeza. Sía no dejaba de mirarme, preocupada. Sonreí debilmente mientras miraba al suelo, esperando a que dejasen de enseñar los objetos. El hombre dejó la losa y la sandalia en una mesa y nos fuimos a almorzar. Sía me parío cogiéndome del brazo y me dijo:
-¿Qué mosca te ha picado? Pareces enferma.
-Estoy bien...- dije yo debilmente- Solo me ha dado un dolor de cabeza.
-Por un simple dolor de cabeza no se te doblan las rodillas, Cer. Dime que te pasa- dijo Sía mirándome seria.
No tuve que responder porque Kendz apareció, agarrando del brazo a Rand.
-Quiero hablar conti... ¿Qué hacéis vosotras aquí?- dijo Kendz viéndonos.
-Lo mismo que vosotros, al parecer. Hablar- dijo Sía fríamente.
-Eh, mirad la losa esa...- dijo Kendz ignorando a Sía y cogiendo la losa.
-Suéltala, Kendz- dije yo mirándole fijamente.
-¿O qué?- preguntó Kendz burlón.
-O lo pagarás.
Kendz, tomándose como una broma mi comentario, echó a correr con la losa en las manos y conmigo pisándole los talones. Llegamos a una colina y la subimos, con Sía y Rand persiguiéndonos. Al subir, Kendz tropezó con una piedra y cayó ante una roca de gran tamaño. Le quité la losa de las manos y pasé a examinar la roca.
-¿Qué le pasa a esa roca, Cer?- preguntó Sía mirándome.
-Es extraña, como si se pudiese encajar algo... ¡Esperad! -dije yo cogiendo la losa con ambas manos y poniéndola en el hueco de la roca.
Una luz nos envolvió a Rand, Sía Kendz y a mi. Y después oscuridad.

1 comentario:

  1. OH,DIOS,COMO MOLA. ¿CÓMO LO DEJAS AQUÍ? TE IBA A EXIGIR QUE SUBIERAS PERO NO LO PODRÉ LEER HASTA EL VIERNES,MALDITA JHAKSHAJHSDA

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